Una pandemia de cambios
Partiendo del hecho de que nuestro entorno cambió drásticamente de un momento para otro y que los mediadores (medios de comunicación, redes sociales, gobierno, políticos, iglesia, docentes, médicos, etc.) fueron los responsables de explicar estas alteraciones (en un sistema de referencia que ofrecía los datos diarios sobre el CONVID-19) y de pedirnos cambios en nuestra manera de actuar y de pensar. La comunicación institucionalizada ha sido durante estos dos últimos años la responsable de todos estos cambios, ahora bien ¿estos cambios permanecerán en el tiempo, teletrabajo, educación virtual, turismo local, respeto por la naturaleza? ¿Se ha experimentado un cambio de conciencia? ¿Ese cambio de conciencia será permanente?
Los cambios permanecerán hasta que tardemos en volver a una vida normal, los humanos somos animales de costumbres y tarde o temprano el miedo al virus desaparecerá por completo, y será justo en ese momento cuando retomemos la normalidad con todo lo que ello conlleva. Hay sectores donde el teletrabajo es imposible y en otros habría que mejorar mucho las tecnologías para seguir ejerciendo esta modalidad de trabajo. Si bien es posible que algunos efectos se mantengan en el caso de la utilización de las videoconferencias para las reuniones de trabajo que hasta ahora eran presenciales y que generaban una serie de gastos añadidos como viajes, dietas o pernoctaciones. La educación virtual puede ser que tenga continuación pero de manera muy sutil, porque al igual que pasa con el teletrabajo, la tecnologías que deben utilizarse tienen que ser accesibles y en estos momentos no todas las familias pueden disponer de los medios necesarios. Además la clases presenciales serán siempre necesarias y la mejor manera de socialización entre los estudiantes y los profesores. La experiencia que se obtiene en un aula es primordial para los estudiantes. Lo que más se verá afectado en la economía debido al cierre de muchos negocios, eso puede cambiar nuestra pautas de compras o de viajes.
Si, puede que se haya experimentado un cambio de conciencia, nos preocupamos más por los vecinos, los compañeros de trabajo o de estudios. Por nuestros hábitos de higiene, por guardar las distancias (somos muy dados a invadir los espacios naturales de otras personas). Nos gustan esas imágenes de naturaleza, de animales en libertad, respirar aire sin contaminación, pero no creo que ese cambio sea permanente, como he comentado antes, tarde o temprano volveremos a la normalidad.
La pregunta sería, después de esta experiencia, ¿aceptará la población mayor control sobre su actuar y pensar?
La verdad es que hace ya tiempo que aceptamos mayor control. Ya después del 11S la mayoría de los gobiernos pusieron en marcha niveles de control sobre las conversaciones, las publicaciones y los ciudadanos aceptamos sin rechistar por la política del miedo. En este caso del coronavirus, el control es puntual. Nos encerramos en casa y cambiamos nuestro hábitos por un motivo concreto, pero como ya es visible no se ha prolongado en el tiempo. Y la manera de pensar es individual, nos pueden sugerir que pensar pero no imponer un pensamiento único, siempre habrá un pensamiento discordante.
¿Se utilizarán las tecnologías de la comunicación para mantener ese control? ¿Cambiará el uso que se le da a los datos personales que sobre nosotros tienen las grandes compañías como Google? ¿Daremos permiso, por el bien común, para que se manejen nuestros datos personales?
No es que se utilizarán es que ya se usan. Como ya he comentado después de los atentados del 11S ya se comenzaron a utilizar las tecnologías para monitorizar conversaciones, publicaciones, etc. A través de los móviles nos pueden geolocalizar, conocer nuestros hábitos de consumo, de ocio, de comportamiento. Las grandes compañías tienen políticas de uso y protección de datos, pero lo que hagan en el futuro con ellos es una incógnita, ya se han dado algunos casos de venta por parte de algunas empresas de los datos de sus usuarios. Aún así nosotros mismos ponemos nuestra vida al descubierto a través de las redes sociales, antes escribías tus pensamiento y tus vivencias en un diario que tenía un candado y que escondías detrás de los libros para que nadie pudiera leerlo, ahora hacemos lo mismo pero lo publicamos en Facebook o Instagram. No sé si llegaremos a dar permiso para que utilicen nuestros datos por el bien común, pero cada vez que aceptamos la utilización de cookies, nos creamos un perfil en alguna red social o nos descargamos cualquier aplicación para el móvil ya estamos permitiendo que tengan accesos a nuestros datos personales.
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